Uno de los grandes frutos de la lucha de la comunidad isleña por redimir su identidad es Teleislas. Este canal de televisión ha contribuido, pese a las naturales adversidades con las que tropieza todo proyecto humano, a maximizar la exposición de la idiosincrasia insular.
Por tanto, su ascenso al satélite es una verdadera prueba de fuego a la calidad de su programación y a la imaginación de sus directivos, productores, y trabajadores en general.
Las expectativas son inmensas. De ahí que el primer objetivo debe ser no defraudar. Así las cosas, es conveniente que a los ojos del mundo se ponga una muestra auténtica, interesante, confiable y creíble, de la cotidianidad de los habitantes de San Andrés y Providencia. Los errores cometidos hasta ahora no deben repetirse. El gobierno y los políticos no deben inmiscuirse, más allá de lo pertinente, pues ello atentaría contra el proceso creativo que supone subir al satélite una buena parrilla de televisión.
Es necesario, entonces, arrancar de raíz los problemas internos, tantos los de carácter laboral como los financieros, y cualquier otro, que ha venido exhibiendo el canal en los últimos meses antes de empezar a emitir para el mundo entero. Ello contribuiría indudablemente a que la responsabilidad que recae sobre los directivos, productores, y trabajadores en general no encuentre excusas si algo sale mal en adelante.
Cabe recordar que la competencia no tolera la mediocridad. Y al satélite no se sube con productos mal elaborados o baladíes. Es por eso que la programación de Teleislas no ha de faltarle calidad, efectividad, ni particularidad pues el público que estará mirándola a partir de ahora tiene la capacidad de mandarla al olvido con sólo oprimir un botón del control del televisor si no llena sus variadas expectativas.
Hay que hacer historia. Buena suerte a Teleislas.
Por Nadim Marmolejo Sevilla
COLETILLA: “Nunca se sabe que tan fuerte eres hasta que ser fuerte es la única opción que te quedad”. Anónimo