Hay males que perjudican gravemente el propósito de un buen gobierno y entre esos distingo con claridad a los corruptos y a los ineficientes.
No he podido valorar que es peor de los dos anteriores y cuando se juntan, lo que ocurre con frecuencia, acaban con la dignidad del pueblo.
A manera de ejemplo: un funcionario público compra para la entidad un archivador, que adquiere intencionalmente por el doble de su precio en el mercado, eso ya es corrupción por sobreprecio, pero luego resulta que ese que compró no funciona y la administración se queda sin el servicio del archivador y ya gastó dos veces el valor del presupuesto, eso es ineficiencia.
En los períodos de decadencia de las civilizaciones las costumbres se corrompen.
El ineficiente es inútil, incapaz, no sabe cumplir con la labor encomendada, te hace perder tiempo y dinero.
Con demasiada frecuencia encontramos en los puestos públicos a funcionarios con la sumatoria de esos dos factores y entonces estamos frente a un sujeto que amenaza la prosperidad democrática.
Por muchas noches me he desvelado un poco pensando cómo va el señor presidente a sostener el ritmo de denuncias por corrupción e ineficiencia que corroe al Estado colombiano.
De pronto, recordando las vespertinas los domingos en el Teatro Majestic de la 20 de julio, hace muchos años atrás, en las películas de vaqueros del viejo Oeste aparecían unos talentosos pistoleros, rudos y valientes, dedicados a cazar bandidos.
He comenzado a comparar eso con el sistema de las recompensas que tenemos en nuestro país para conseguir información efectiva que lleve a la captura de terroristas, asesinos y narcotraficantes.
¿Porqué no abrir una nueva fuente de empleo en donde abiertamente podamos presentar informes certeros que conduzca a destapar corrupción e ineficiencia?
Estoy seguro que podremos organizarnos para instalar grupos privados dedicadas investigar y recoger pruebas que conduzcan efectivamente a destapar “alcantarrillas”, si la recompensa es buena.
Los cálculos por las perdidas y daños al Estado por corrupción e ineficiencia lo justifican, son tan cuantiosas que para muchos, si siguiera se guardaran en sus justas proporciones como manifestaba un ex presidente, podría financiarse en los billones que necesitamos para el desarrollo, reducción en la desigualdad y la pobreza.
Tenemos que ser creativos para convertir el bien en un buen negocio. El mal viene produciendo jugosos dividendos a favor de sus adeptos con nefastos resultados en contra de las mayorías y creando desesperanza en un país de no futuro.
Así muchos podrían dedicarse a la limpieza del sistema convirtiéndose en ojos y oídos por doquier a cambio de buenas recompensas.
Necesitamos que nuestro presidente dedique la mayor parte de su capacidad a innovar en soluciones urgentes para combatir los males de todos los colombianos mientras muchos otros de nosotros ayudando a combatir lo peor, encontremos también un tesoro.
Kent Francis James
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