La palabra de Dios de este domingo vuelve a colgar el telón de fondo de lo que Dios siempre ha querido construir con la humanidad, una relación en términos de amor esponsal. La historia de amor más cierta, más probada y más duradera en el tiempo ha sido la historia de amor tejida entre Dios con la humanidad.
Había una vez una isla en la que vivían todos los sentimientos y valores de las personas. Un día los sentimientos se enteraron de que la isla se iba a hundir, entonces todos prepararon sus barcos y se marcharon. Únicamente el AMOR quedó esperando sólo, pacientemente hasta el último momento. Cuando la isla estaba a punto de hundirse el AMOR decidió pedir ayuda.
La riqueza pasó cerca del AMOR en un barco lujosísimo y el AMOR le dijo: “Riqueza, ¿me puedes llevar contigo?” No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barco y no hay lugar para ti, lo siento AMOR. Entonces el AMOR decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en un magnífico barco. “Orgullo te lo ruego, ¿puedes llevarme contigo?” No puedo llevarte AMOR, respondió el Orgullo; aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barco y ¿cómo quedaría mi reputación?
Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: “Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. No AMOR…respondió la Tristeza. Estoy tan triste que necesito estar sola. Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no se enteró de que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo “Ven AMOR te llevo conmigo”. El AMOR miró a ver quién le hablaba y vio a un viejo. El AMOR se sintió tan contento que se olvidó de preguntar el nombre del viejo. Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le preguntó al Saber: “Saber, ¿puedes decirme quien era ese que me ayudó?” “Ha sido el Tiempo”, respondió el Saber, con voz serena. ¿El Tiempo?, se preguntó el AMOR ¿Por qué será que el Tiempo me ha ayudado? Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuán importante es el AMOR en la vida.
Solo el tiempo es capaz de comprender cuán importante es el amor de Dios para nosotros. Desde siempre Dios ha querido establecer con nosotros una relación amorosa. Bástenos mencionar la profecía de Isaías: Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha”.
Dios se declaró el amante universal desde siempre. Es un amor pregonado a los cuatro vientos, que revelan que el amante está loco de amor, con una fidelidad a toda prueba, y que Isaías describe así: “Ya no te llamarán Abandonada, ni a tu tierra, Desolada; a ti te llamarán mi Complacencia y a tu tierra, Desposada”, porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra” (Is 62, 1 – 5)
Ese amor tiene su punto más sublime con la encarnación del Hijo de Dios. Y para el evangelista san Juan, arranca Jesús su misión evangelizadora en unas bodas en Caná de Galilea. Eso dice mucho de lo que él quiere. Jesús ha venido a reafirmar el plan de Dios de establecer una relación esponsal con la humanidad; una relación festiva y duradera.
Del amor de Dios estamos seguros; pero cuestionemos un poco nuestro amor hacia Dios. En estos tiempos de pandemia que nos piden reinventarnos. ¿Dios forma parte de nuestro proyecto, o el afán de dinero, el orgullo, la tristeza, o el tomar la vida a la ligera se han convertido en obstáculos para amar de verdad a Dios? Si no hay tiempo para Dios, no hay amor a Dios.
La propuesta de amor de Jesús sigue en pie, “Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo” (Is 52, 5). Para que esa relación de amor sea más placentera y fortalezca la comunión de amor, nos ha dado unos dones especiales, y “en cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común” (1 Cor 12, 5). ¿Estamos dispuestos a aceptar la propuesta de amor que Dios?
--------------------
Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.