Somos cinco en la Cofradía. Cada quien anda metido en su propia película, pero al encontrarnos las individualidades dan paso a un colectivo ruidoso que no permite que nadie más entre porque está cerrado por dentro con una amistad ya tan añeja que parece mentira que pudiera conservarse. Juan Gossain, Antonio ‘Mono’ Escobar, Amaury Muñoz, Carlos Mouthon y el autor de esta columna, somos los miembros de esta Cofradía de San Pedro Claver, tan cerrada como un monasterio de clausura, pero sin reglamento alguno que pudiera volverla un traste.
El martes pasado Gossain, Amaury y yo nos reunimos para saborear un tinto y conversar. Desde lo alto del apartamento de Juan pudimos ver llover sobre la bahía –un espectáculo inolvidable– cuando la bruma envolvía casi toda la ciudad y con seguridad a esa misma hora miles de cartageneros vivían, del otro lado de la urbe, el infierno de sus barrios de tormento, con inundaciones, lamentos y desesperanzas.
Mientras veíamos un enorme carguero salir de la Sociedad Portuaria de Manga, como periodistas nos preguntamos: ¿Por qué Cartagena, teniendo todo para ser la ciudad más importante del Gran Caribe, se ha quedado rezagada navegando en un mar de confusiones? ¿Cuál es nuestro papel en la cruda realidad que la azota? ¿Qué tenemos que decir y qué tienen que decir los otros para ir rompiendo las barreras que nos mantienen aislados en el archipiélago mental de la ciudad?
Hemos escrito, narrando, mostrado una ciudad fracturada, adolorida, atormentada. Pero para buscar un cambio debemos decir y hacer más. Creemos en el diálogo y a partir de octubre lo impulsaremos desde RCN Radio. Será un programa informativo diario con comentarios semanales de Juan Gossain y las voces de Amaury Muñoz, Eduardo García y Gustavo Tatis, como periodista invitado.
Preguntar, escuchar, proponer para avanzar. Cartagena necesita muchas voces.
