Son muchas las cosas nuevas que se deberían ver en el mundo de la pospandemia, si la cuarentena nos dejó otro tipo de razonamiento para buscarle nuevo sentido a la vida (cosa que ahora estoy dudando luego de ser testigo de la hegemonía de la sinrazón que tuvo lugar el día sin IVA en Colombia). El uso masivo de la bicicleta tendría que ser una de esas cosas.
Pues, se trataría de un viraje total en la forma de concebir el progreso y una alternativa de transporte público que favorece la sostenibilidad ambiental y el cuidado del planeta.
El gobierno del departamento archipiélago tiene una oportunidad propicia para incentivar y privilegiar el uso de este medio de transporte en la isla de San Andrés, inicialmente, cuando dejen de regir las normas excepcionales vigentes por la pandemia.
¿Cómo esta innovación en el sector transporte público de San Andrés podría impactar el mejoramiento ambiental y el desarrollo social, económico y cultural de la isla?
En la isla de San Andrés la moto, en particular, que se constituye hoy día en el principal medio de locomoción de sus habitantes, ha dejado de ser un vehículo eficiente y apropiado como al principio, pues, actualmente está ocasionando diversos problemas que contribuyen al deterioro de la calidad de vida de la población.
De un tiempo para acá, las motocicletas han tenido un crecimiento exponencial que supera la capacidad de carga del parque automotor. Su inclusión en la oferta turística se ha constituido asimismo en un factor determinante en dicho crecimiento exagerado.
Los efectos negativos también son evidentes en las calles que son utilizadas como zonas de parqueo invadiendo áreas vitales para los peatones y la movilidad de los propios motociclistas. La moto se ha vuelto además motivo de discusión por el comportamiento de ciertos ciudadano fuera de control que la utilizan para realizar malabarismos en plena vía pública y que han causado numerosos accidentes, entre otras cosas.
En general, el parque automotor del departamento archipiélago de San Andrés y Providencia, de acuerdo con el Registro Único Nacional de Transporte, cuenta con más 34.200 vehículos. En circulación hay más de 27.000, que equivale a unos 255 vehículos por cada mil habitantes (cifra que está por encima del promedio nacional que es de 104; del de América Latina que es de 176; y del mundo que es de 180), cuyo impacto en los indicadores ambientales es enorme.
En fin, la contribución positiva de la bicicleta a la movilidad sostenible de la isla, desde el punto de vista del medio ambiente, también de la seguridad vial y la implementación de una nueva cultura ciudadana, parece clara. Por lo tanto, el gobierno departamental, en consenso con la ciudadanía, por supuesto, tiene en la pospandemia la posibilidad irrepetible de incluir a la bicicleta en su planes de movilidad, hacer los cambios necesarios para ello habilitando vías reservadas para su circulación y las áreas de-parking necesarias.
El archipiélago es de las zonas geográficas más vulnerables al cambio climático que en buena medida es ocasionado por el tipo de transporte automotor actual, que representa el 23% de las emisiones mundiales de CO2 y que equivale al 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Así que lograr que los medios de transporte sean más amigables con el medio ambiente es una prioridad.
Este tipo de decisiones favorecerían de paso la innovación y la creación de nuevos emprendimientos que contribuirían al fortalecimiento del tejido social en la isla, hoy seriamente debilitado por los efectos de la pandemia. Además, para moverse dentro de los 27 kilómetros que tiene el territorio no se necesita mayor esfuerzo, comparado con las ciudades de otras islas del Caribe con mayor tamaño territorial.
La consideración del carácter especial del archipiélago de San Andrés y Providencia debe pasar del papel y los discursos a la práctica. Empezando por los propios habitantes de las islas. Es algo que quizá no da más espera.
Sumativo.- En un análisis del Banco Mundial sobre el futuro del transporte, los especialistas del área coinciden en que los sistemas mediante los que la gente se moviliza se basarán en datos, estarán conectados, serán eléctricos, automatizados y los servicios serán compartidos.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
