La lucha por el bienestar animal ha sido extremadamente difícil pero no imposible y durante el período de cuarentena por la pandemia del Covid 19 los casos de hambre, abandono y crueldad se han multiplicado lamentablemente.
Si lográramos detener la crueldad y el abandono que resulta de la proliferación de gatos y perros en el archipiélago, con campañas masivas y constantes de castración y esterilización, todavía faltaría erradicar y esta vez con sanciones ejemplarizantes la crueldad e indiferencia con la que algunos habitantes de las islas tratan a los animales.
Esta reflexión es el resultado del trabajo de la última década, en que animalistas de San Andrés y Providencia, realizan durante esta cuarentena, en la que los casos, en aumento, son cada vez más crueles, demostrando que poco ha cambiado en esta lucha.
Especies introducidas
La noticia se hizo viral y muchos lamentaron en San Andrés, la brutalidad con la que en apariencia un hombre en el sector de South End, habría acabado con la vida de ‘Dalton’ –mono Capuchino introducido a la isla y cedido a su último cuidador–, que con gran impotencia llora su muerte.
En efecto, por falta de control y prevención, se ha vuelto permisivo en el archipiélago el ingreso y la convivencia con estas especies, procedentes de Centro América.
Una vez aquí se convierten en celebridades para los turistas, personajes de barrios, posan para la foto, saltan de hombro en hombro, imitan una sonrisa, toman cerveza, fuman cigarro, tratan de ser obedientes, pero conforme se normaliza esta convivencia una molestia crece y se vuelve amenaza –aun para ellos mismos– cuando lo silvestre choca con la crueldad urbana.
Los caballos también
En otro lugar de San Andrés, el reconocido animalista y rastafari ‘Kella’, luego de angustiosos pedidos de auxilio a través de las redes sociales para socorrer a un caballo con una profunda herida expuesta que circunda su cuello, recibe apoyo de la veterinaria Sheyla Chow, quién luego de estabilizarlo en el sitio, lo ingresa al Coso Departamental, a donde nadie ha ido a reclamarlo como suyo.
Algunos caballos en Providencia, también corren la misma suerte a manos de sus dueños, que incautos, insensibles y a veces arrogantes, los exponen a trabajos forzados, yeguas en estado de gravidez subiendo pesadas cargas a los cerros y picos, y otros amarrados en potreros pasan días a la intemperie sin comida, agua y con poca maniobra para su desplazamiento.
Los caballos han sido compañeros ancestrales de los raizales. Intervienen en la cultura, el deporte, la agricultura, en el pastoreo y debido en buena parte a su tenencia irresponsable, se vuelven víctimas y victimarios en accidentes de tránsito cuyo resultado –sin índices oficiales– es de muchas personas con lesiones ortopédicas crónicas, traumas craneoencefálicos y hasta la muerte, que no son responsabilidad de nadie.
Proliferación
Una intervención humanitaria realizaron el animalista Eddy Rendón Agudelo, la Policía Ambiental y personal del Coso Departamental, a la humilde vivienda de Manuel López quien por años convivió en hacinamiento y condiciones infrahumanas con 16 perros que recogió de la calle y salvó de una peor suerte.
Sumido en la tristeza y al no poder darles un mejor espacio para convivir, Manuel cuenta los días que faltan para que se levante la cuarentena y pueda ir a visitarlos, al saber que en teoría tienen sus días contados en ese sitio.
El inicio de la cuarentena reveló la desolación en los principales sitios turísticos fuente del principal sustento alimenticio de decenas de perros en diferentes manadas que sobreviven de la caridad de visitantes, trabajadores del sector y animalistas.
Comederos y bebederos callejeros
La Fundación Animal Hearts, con donaciones y de sus propios recursos, junto con la Policía Ambiental, colocó 30 puntos de comederos y agua potable improvisados que rellenan con alguna frecuencia para calmar la necesidad de los perros sin hogar.
En otra acción la Policía Nacional, adecuó 10 dispensadores más en lugares estratégicos y concurridos por perros para que puedan seguir alimentándose e hidratándose con las donaciones que realizan empresarios y personas de la comunidad.
Pero hay un grueso de la comunidad de animalistas isleños que cuentan en sus hogares-refugios no oficiales ni apoyados por el Gobierno, con 10, 20, 30 perros y gatos que alimentan, dan atención primaria, esterilizan y castran para que la proliferación no se vuelva contra ellos por el solo hecho de existir.
Esta cruda realidad revela lo que falta de articulación y acciones de las autoridades ambientales, policivas y del Gobierno Departamental, para llevar sensibilización, educación y sanciones que destierren la crueldad e indiferencia con la que los isleños tratan a sus animales de compañía.
Pero sin duda alguna, lo más revelador de esta lucha, es el amor y la dedicación altruista que los animalistas isleños hacen por el bienestar de los animales que coexisten con el hombre en esta frágil Reserva de Biosfera Seaflower.
Sobrepoblación animal
Historias de hambre, abandono, falta de hogar, maltrato, hacinamiento e indiferencia hacia estos seres, tienen que a diario sortear los animalistas de las islas cuya misión empañada por el insuficiente apoyo, es superada por la sobrepoblación de caninos y felinos que hacen más difícil esta labor del corazón.
Entre ellos están: los hermanos Zabaleta (35) y Ancisar Holguin (12) en Morris Landing; Kella (50) en San Luis; Luisa Fernanda Rivera (20) en El Cliff; Doris Jaramillo (15) en San Luis; Mabel Rodríguez (25) y Dau Guzmán (20) en Duppy Guolly; Laura Arzuza, en Natania (40); Indira Pérez en el Centro (20); Jackeline Herrera (17) en Villa Helen; Fido Dido (12) y Eddie Rendón (20) en Roack; Nury (15) en Circunvalar Km 3; Inés Varela (15) en Circunvalar km 5; Miguel Gómez (30) en Villa Modelia (cerca de Morris Landing) y muchos más.
En este sentido la comunicadora y animalista Andrea Luligo, llama la atención al Gobierno Departamental para que continúe, a través del Coso Municipal, las campañas de esterilización y castración necesarias para disminuir la proliferación de animales que hace incontrolable la atención.
“Que se esterilicen por lo menos cinco por día. Tenemos el ejemplo de la Fundación Manejo Humanitario de la Fauna Callejera en Medellín y en Cali el proyecto ‘Tiger’ que siguen capturándolos y operándolos, sabemos que aquí el sistema veterinario es insuficiente, por eso no debemos parar de operar”, manifestó la comunicadora.
“Muy bonito sacar a los perros y gatos que nadie quiere fuera de la isla y mostrar todos esos cuentos de hadas, pero la realidad es que es el uno por ciento del problema, tapamos un hueco pero se abren cinco y la gente humilde no puede seguir dándole hogar a 20 o 30 animales porque comen ellos o los perros”, concluyó Luligo.