La invitación del Ministerio de Cultura de la que fui objeto para el ‘Hay Festival’, llevado a cabo la semana pasada en Cartagena, estuvo destinada a participar en un proyecto que busca conjugar las voces de las mujeres colombianas, primordialmente para narrar juntas los territorios.
Producto del piloto de este programa se hizo un libro de narraciones cortas hechas por mujeres del municipio de Buenaventura. Las narraciones navegan entre la fantasía, la poesía y o la cotidiana violencia que se volvió un elemento más del paisaje.
Estas mujeres recibieron talleres para mejorar el producto de su escritura, ahondaron en sus sentimientos y construyeron una hermandad a pesar de sus diferencias. El proyecto aspira hacerse nacional. Y en esta etapa llegará también a las islas.
Cuando lo haga, tendremos una oportunidad como pocas: contaremos al mundo nuestras realidades, y lo dejaremos por escrito, esas que sobrepasan los siete tonos de azules que inundan los anuncios, cuando se habla del archipiélago
El espacio es para las madres de los muchachos desaparecidos en el mar; para las hijas de los viejos que mueren en el continente buscando servicios médicos; es para las mujeres que se someten a condiciones laborales que no les dejan ver a sus hijos; para las adolescentes que truncan sus sueños cuando no pueden estudiar; para las que quieren enseñar su cultura y no encuentran espacios; para las que tienen historias inspiradoras y para las que sientan que su voz ha sido opacada.
Será un espacio para hablar de lo perdido, de lo ganado, de las cicatrices de la historia y de la esperanza en el futuro; siempre y cuando el ‘futuro’ pueda estudiar, siempre y cuando pueda comer, le llegue agua a la casa y tenga espacios para jugar.
Hablemos todas, escribamos todas. En todos los idiomas y con todos los lenguajes. Oír a las mujeres de los territorios debería darle una perspectiva distinta a la capital autocomplaciente, debería reescribir la historia agregando en ella el foco que le da la feminidad.
No me dieron claridad de cuando empieza este ejercicio. La invitación es para rayar las hojas con nuestras historias y a estar atentas para atender la convocatoria que nos podrá devolver la voz.