Tenía algunos años de no ir a Barranquilla. Al regresar, encontré una ciudad moderna, generadora de orgullo y pertenencia no solo a los barranquilleros sino a quienes desde el Caribe anhelamos nuestra región transformada, dinámica, ambiciosa, incluyente, capaz de brindar oportunidades y bienestar a su gente.
Amplias avenidas, innumerables edificios, nuevos centros comerciales, los temibles arroyos confinados en conductores subterráneos que garantizan seguridad, confortable centro de eventos, hoteles, arborización, gente optimista, y lo más estimulante, la ciudad conversando con el río grande de la Magdalena después de estar de espaldas a esa arteria fluvial por muchas décadas. Lo del río es un ambicioso proyecto de obras públicas para disfrute general, con inversión de $450 mil millones, un Gran Malecón de cinco kilómetros de extensión con zonas verdes, ciclovías, áreas para comida y actividades culturales y deportivas, teniendo siempre a la vista el paso majestuoso del Magdalena rumbo al mar Caribe.
Incluye el proyecto del primer puente levadizo de Colombia, que unirá el Gran Malecón con la Avenida del Río. Tiene 40 metros de largo por 35 de ancho y será pieza fundamental para la movilidad y el desenvolvimiento del turismo. Un milagro de transformación experimenta Barranquilla de la mano del alcalde Alejandro Char, lo que atrae inversión, turistas, estudiantes universitarios, artistas, comerciantes y, en general, a quienes buscan mejores horizontes para sus vidas.
"Barranquilla está volando", se dice en otras ciudades y es cierto. Es un vuelo sostenido que se inició hace más de una década y muestra una urbe que no encontraba su norte y ahora es ejemplo en el concierto nacional y referencia del país en el exterior. Visión y acción, dos palancas que han materializado esta nueva y hermosa realidad que vive Barranquilla, donde ha sido posible que una empresa nativa regale una obra monumental que mira al cielo y cuenta la historia de la ciudad desde sus lozas de vidrio laminado.
En lo cultural y artístico, el carnaval es la manifestación festiva más importante de Colombia con reconocimiento internacional. En La Aduana -infraestructura arquitectónica de gran valor- hay biblioteca, archivo histórico, centro de documentación y se ofrecen visiones diversas sobre lo que es y representa el Caribe. Los estímulos en arte y cultura son cada vez más jugosos: en 2019 llegan a $2.700 millones y en el cuatrienio de la administración actual sobrepasan los $8.000 millones. Envidia de la buena. Cómo me gustaría que Cartagena suelte amarras, tome ejemplo y se decida a tener, por fin, un alto vuelo.