Cuando hablamos de sobrepoblación, como es nuestra costumbre en el archipiélago, pasamos del mito a la estadística sin muchos problemas. Pero, supongamos que tomamos los tantos diagnósticos que nos gusta financiar y les damos valor. Veamos...
Supongamos que la proyección del Censo 2005 que formula el DANE y dice que somos 77.759 habitantes en las islas –con densidades poblacionales en San Andrés de 2791.1 y en Providencia de 287.4 personas por km cuadrado–, se condijera con el registro de residentes reconocidos por la OCCRE y a dicha cifra se le sumaran los 41.801 que aplicaron a la solicitud de residencia en la misma entidad, totalizaríamos 107.428 almas que caminan en nuestras calles. Tan sencillo como eso.
Ahora supongamos que el 72% de la población de la isla de San Andrés, vive en la zona urbana, y que esto en realidad termina por elevar esta densidad poblacional a 4.308 hab/km cuadrado en el llamado centro o North End (casi cinco personas por metro cuadrado, como vivir en un Transmilenio a las 7 de la mañana); pensemos que de esta población solo 57.718 están inscritos en el sistema de seguridad social (contributivo o subsidiado), solo el 40,28% tiene acueducto, 28.9% tiene alcantarillado, el 45% tiene empleo informal y solo el 1.9% tiene acceso a la educación superior.
Pensemos también que el 41.8% de esta gente es menor de 24 años, que entre 2005 y 2016 nacieron 10.200 niños (y solo dos de cada 10 son identificados como raizales), que hubo en este mismo periodo 2400 fallecimientos, lo que nos da un aumento, solo por la dinámica de la población propia es de 647 nuevos ciudadanos cada año.
Ahora meditemos en porque pasa esto… Si nuestra principal industria es el turismo ¿Donde pagan impuestos los 55 hoteles registrados?¿Cual es su Responsabilidad Social? ¿A quién contratan y bajo qué condiciones? ¿Cuál es el flujo de nuevos trabajadores para estos hoteles y empresas privadas a las que se les genera nuevos permisos de residencia temporal, y que terminan por hacerse permanentes?
¿Y por qué los que viven en el archipiélago no quieren hacer el trabajo por el mismo salario mínimo de la Colombia continental? ¿Porqué prefieren el trabajo informal que reditúa tres veces más dinero? Como si tuvieran que pagar un carro tanque de agua potable cada 15 días, ¿o es que tal vez pertenecen al 60% que no tiene agua? ¿Porqué no llenan las aulas de las instituciones educativas de nivel técnico?
¿Como si tener mayor nivel educativo no les garantizara mejores ingresos?, claro que el valor hora diurna de médico general en el Hospital Departamental es de $17.360 el equivalente 5.78 carreras de motoaxi, pero después de siete años en la universidad y más de 100 millones de pesos de inversión.
Visto así, el planteamiento puede que no solo recaiga en ‘sacar’ gente, puede, que en simultanea nos tengamos que poner a trabajar para que a los que se queden se les reviertan las llamadas variables no favorables que identificó el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario en el 2017, y que incluían: el nivel de eficacia, requisitos legales, capacidad administrativa y gestión pública, la capacidad de ahorro (menor al 7%) la transparencia en el uso de regalías, el nivel de cobertura del acueducto y la cobertura en educación universitaria.
Somos un pueblo lleno de complejidades, y nuestras soluciones no son simples, requieren más que arrebatos populistas y contentillos preelectorales.