Reclamando la educación como derecho la Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (UNEES), incluidos los de las privadas, presentaron a fines de septiembre al Congreso de la República un Pliego Nacional de Exigencias. Creen que reduciendo recursos destinados a la guerra y al pago de la deuda externa, se podría sanear el déficit de funcionamiento.
Para dar contundencia a este Pliego, convocaron a una marcha para el miércoles 9 de octubre, a la vez que el Movimiento Estudiantil Colombiano declaró paro nacional a partir del 11 de octubre “para buscar una educación como derecho fundamental, autónoma y democrática”, dice el tiempo.com
Buscando conjurar el paro, el 26 de octubre, tanto el Presidente como la Sra. Ministra y los rectores del Sistema Universitario Estatal y de la Red de Instituciones técnicas, tecnológicas y universitarias, logran un acuerdo de siete puntos, considerado como “el primer paso para avanzar en nuevos modelos de construcción de políticas de largo plazo en la educación superior”, dice comunicado de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Sin embargo, de nada sirvió y ni a los mismos asistentes convenció, pues de otra manera no se entiende cómo el rector de la Universidad Pedagógica afirme que “Ese paso que se dio fue muy importante y ojalá que se pueda mejorar, se pueda pensar a corto, mediano y largo plazo y ahí los estudiantes también juegan un papel importantísimo”.
Y así, pensando “a corto, mediano y largo plazo” se han pasado ocho semanas de parálisis académica universitaria y uno que otro cese en la Básica y Media. Razón tenía Hernando Gómez Buendía al afirmar que el error del presidente fue “negociar lo poco que tenía con los que no tocaba, en vez de negociarlo con los que sí podían amargarle la vida”: estudiantes y docentes.
Como Fecode “exige una salida a la crisis de la universidad pública”, se vislumbra que el asunto va para largo. En efecto, el sindicato advierte que “Continuaremos movilizándonos, organizando acciones y sumando voluntades en defensa de la educación pública, administrada y financiada por el Estado, desde el preescolar hasta la educación superior (…)”. Así que el marchante de Fecode que en nota de noticiero televisivo advierte un “paro indefinido” el año entrante, obviamente pensando en la defensa de la educación pública, ni más faltaba, sabe de qué habla.
Este paro indefinido será uno más en la larga lista de los que FECODE ha realizado desde aquellos días de la “marcha del hambre” de 1966, con la excusa, otra vez, de que “La desfinanciación del sector educativo en el país tiene a la universidad pública y a la educación básica y media en crisis, esto como consecuencia de la insuficiencia de recursos que se destinan al sector”.
Tal vez en el sector universitario la desfinanciación sea grave; tal vez lo sea en otras regiones del país en la educación Básica y Media, pero de lo que sí quedan muchas dudas es que en este Departamento haya motivos para “la movilización”. Expongo mis razones.
Los salarios y primas se cancelan a los maestros de manera oportuna y en los montos acordados. En ese sentido los resultados del paro docente de 2015 fue exitoso. Y lo de la evaluación docente, ni se diga; por ahí se leen los pasos seguir para el nuevo proceso de evaluación docente, de modo que nada de quejas.
Infraestructura escolar, todo bien, todo bien. Que ya se vayan a cumplir seis años con el Bolivariano y CEMED cerrados es cosa de poca monta y a nadie incomoda. Lo del PAE, sobre rieles y sin descarrilamiento a la vista. Se podría pensar que el tema de la salud fuera alguna piedra en el zapato. Pero de eso nada se dice sino cuando llega la orden desde Bogotá. Porque-motu proprio, hacen mutis.
Dicho todo lo anterior, se pueden aventurar algunas conclusiones.
Pareciera que el país puede vivir sin la educación de los pobres, mientras la de los pudientes siga funcionando. Lo demuestra el tiempo que llevan suspendidas (congeladas) las clases. La experiencia muestra que los paros, así sean “indefinidos”, en la educación Media y Básica, conmueven menos.
Las “ocho semanas congeladas” y los recursos cesantes por causa del paro no parecen significar mayor cosa a la sociedad colombiana, siempre y cuando la educación privada no sufra mayores alteraciones.
Por último, los miles de millones invertidos en los inconclusos megacolegios Bolivariano y CEMED no eran necesarios y se hubieran podido invertir en otras causas, como la formación docente, por ejemplo; o enrolando docentes de calidad que irradien buenas prácticas en el colectivo.
NOTA RECUPERADORA. “Para ajustar los tiempos” del paro, se retomarán las clases universitarias a partir del 14 de enero; es decir, el segundo semestre 2018 concluye el 8 de marzo. Vayan haciendo cuentas.