En el anterior artículo se comparó la economía local insular con un gran tanque de agua sobre un costoso e irremplazable jarrón de porcelana. La insostenibilidad del sistema radica entonces en el riesgo inminente de perder el ‘jarrón’ que representa los ecosistemas naturales del Archipiélago para siempre.
Las alternativas para salvar el jarrón transitan por disminuir la presión que ejerce el tanque sobre éste, para lo cual se podría pensar en las siguientes opciones:
1. Demandar menos agua (recursos) con la misma población: así el nivel del agua en el tanque no sería tan elevado y el jarrón tendría que soportar menos peso, lo cual significaría cambiar rápidamente en nuestra pequeña y desordenada sociedad, modelos y dinámicas mundiales de consumo y conciencia ambiental dominantes, algo tremendamente difícil, sin ejemplos o rutas que seguir o que se quisieran seguir. Una alternativa algo utópica. Pero como toda utopía, se podría trabajar desde la educación.
2. Disminuir población: pues aún con sistema defectuoso de captación y distribución alrededor del tanque, si hay menos gente, debería haber menor demanda del agua (recursos económicos) y se podría aliviar la presión sobre el jarrón al disminuir nivel de llenado del tanque. ¿Pero cómo disminuimos población a los ritmos suficientes? Es más, ¿Cómo dejamos de crecer en población? Es la pregunta del debate sin fin, en el que llevamos más de medio siglo sin avances.
3. Cambiar mangueras y goteros rotos: sin dudas, se debe hacer, es ineludible estos cambios, pero nunca suficientes si se mantiene la fuga en la tubería madre de salida del tanque, que se recuerda se adquirió con este defecto. Sin embargo, la optimización de las dinámicas económicas internas y una sensible mejora de la administración pública aumentan la capacidad de irradiar los recursos que entran al sistema a toda la población.
4. Ubicar más soportes y alivianar el peso sobre el jarrón: esto significa diversificación económica, es decir, generar otras bases que soporten el peso junto al jarrón, nos permita seguir al nivel del tubo grueso que nos conecta con los mercados mundiales, pero sin que se presione más los ecosistemas naturales. Aquí podrían entrar un gran número de actividades económicas que desarrolladas desde las Islas apunten a mercados nacionales e internacionales (exportación), para lo cual se tendría que fortalecer el emprendimiento y el apoyo a empresas locales con estas características, muchas de las cuales solo tendrían a su vez chance de desarrollarse en conexión con la investigación científica y desarrollo tecnológico. Aunque también podrían generarse estímulos para que empresas foráneas, en ciertos sectores, generen esta diversificación económica en las Islas con regulaciones que impidan que su entrada lejos de ayudar a alivianar la presión pueda generar nuevas presiones sobre el jarrón.
5. Darle soporte adicional al jarrón mismo para evitar su rompimiento: es como reforzar el jarrón, es decir, no se reduce el peso que soporta, pero se intenta reparar sus cada vez crecientes fisuras y daños. Se trata de una quimera, el considerar que podemos dañar ecosistemas y repararlos. Siembra de corales, recuperación de zonas boscosas, recuperación o extracción de residuos y otras muchas actividades similares son de gran valor y merecen el apoyo de la sociedad pues intentan contribuir a mejorar la situación, pero repito, ese jarrón ya roto no tiene arreglo, una vez pasado el punto de inflexión o umbral marcado por la resiliencia no hay marcha atrás.
6. Tapar la fuga grande de la tubería de salida: siendo esta la fuente principal de desperdicio, de la pérdida del agua en el tanque, reparar la fuga aumentaría la presión del agua en la salida y permitiría bajar el nivel del agua en el tanque, reduciendo el peso sobre el jarrón y alargando por ende la vida de éste. Compartimos la tragedia con muchas otras islas del Caribe de tener exagerados niveles de importación de los principales bienes de consumo, especialmente alimentos. Esto además de crear fuerte dependencia externa, genera una constante salida de los capitales que ingresan tanto por la tubería gruesa y delgada al tanque. Esta dinámica hace que sea directamente proporcional la entrada que se logre de capitales a la fuga de estos por nuestra dependencia del abastecimiento externo. Si bien, por limitaciones de espacio y algunos recursos se hace imposible producir localmente todos nuestros bienes de consumo, más aún en islas oceánicas pequeñas como las nuestras, si es posible por ejemplo a través del desarrollo tecnológico del agro disminuir en un importante porcentaje la importación de alimentos, por ejemplo. Así la agricultura y piscicultura tienen un potencial aún no percibido de mejorar sustancialmente nuestras posibilidades de alcanzar mayor nivel de sostenibilidad y autonomía.
Pero más allá de estas seis posibilidades y probablemente en conjunción de muchas de éstas, existe la visión, aunque lejana, de sacar el jarrón poco a poco de su posición debajo del tanque y llevarlo alguna vez a una nueva posición esta vez sobre el tanque.
Una economía donde la altura adicional que genere el jarrón al sistema, para alcanzar la tubería gruesa de los mercados mundiales no se dé por estar debajo del tanque, lo cual por más medidas que se tomen siempre será un riesgo permanente, sino por estar encima del tanque.
Se hablaría entonces no de unos ecosistemas en función de una economía sino de una economía en función de unos ecosistemas; una sociedad en función de unos ecosistemas, donde la conservación no sea una carga impuesta a la economía sino función vital de la economía misma.
Esta tremenda y compleja transformación solo se podría transitar por el camino de la educación de la más alta calidad, la ciencia y la tecnología, nos llevaría generaciones y tal vez nunca la alcancemos, pero independientemente de la incertidumbre del futuro, no podemos nunca lograr lo que no visionamos.
Es importante visionar entonces un Archipiélago posible con economías profundas, basadas en los más conservados paisajes subacuáticos de la tierra, en exportaciones basadas en biotecnología azul, en total autonomía energética basada en recursos renovables, solo como ejemplos de lo que podríamos lograr, solo como exquisitas pinturas en ese tanque gris de agua que por fin entone con el hermoso jarrón que ya tenemos en esta metáfora económica.