A los jóvenes sobrevivientes de la cultura raizal que tratan de reinventarse en la llamada ‘economía naranja’ les quiero contar algunos episodios no pubicados en la historia oficial que les pueden servir para abrir los ojos después de este largo sueño en la cual se encuentran sumidas las islas.
Aun nos duele el fallo de La Haya pues perdimos con Nicaragua una zona de pesca que era una de nuestras principales despensas. Ya habían dilapidado ‘Bajo Alicia’ cuando el gobierno nacional lo regaló a Honduras en 1986, y también sumamos la decadencia de nuestros productos bajo el tratado con Jamaica en 1993.
Pero, hoy quiero mostrar cómo nuestras alacenas en tierra también se han ido perdiendo en la parte Norte de San Andrés:
Morris Landing: era parte del paraíso donde encontrábamos siembras de aguacates, cacao, mangos, naranjas y cashues. Posee pequeñas grutas que almacenan agua dulce de donde los nativos la sacaban para el ganado y el riego de los cultivos en épocas de sequía. Confieso que hoy por hoy no sé si aún existen las grutas o ya les echaron cemento.
Sarie Bay: las familias James, Fox, Hawkins y otros convivían en armonía dedicados a la siembra de batatas; cocos que exportaban, yuca, mafafa, ochro y muchos productos más; constituyendo una verdadera despensa terrenal en la isla.
Guinnie Hen: hoy llamado ‘Natania’, convertido en el barrio ejemplar de invasión al ser construido por la clase política para traer potenciales votantes del continente colombiano. En Guinnie Hen se cultivaban naranjas dulces y piña, además de batatas, yuca y demás. También gozaba de lotes de pastoreo. Poseía además unas cavernas por donde el agua se resumía después de las lluvias, pero se construyó encima produciendo en la actualidad grandes inundaciones.
El Cliff: grandes pastizales donde los nativos llevaban sus vacas y caballos. En la parte alta se cultivaban unas piñas pequeñas tan dulces que era difícil de cosechar pues los pájaros los devoraban apenas empezaban a madurar.
Había alimento y labor para todos los habitantes del archipiélago porque nuestros abuelos eran muy trabajadores y además tenían en casa su pequeña huerta y crianza de gallinas y/o cerdos. Eso que nos metieron los colonizadores en la cabeza a las siguientes generaciones de que “los isleños son flojos” es una gran mentira.
Todo lo anterior más la admirable generación de pescadores artesanales que día a día_under the sun, moon and stars traían los productos de sus largas faenas y se reunían en el_fisherman bood en Sprat Bight a vender sus pescados y luego compartir sus descansos con vecinos y amigos bajo el sonido de los golpes del dominó en sus rústicas mesas.
Así era parte de nuestra hermosa isla antes de la famosa declaración de ‘Puerto Libre’ y la construcción del aeropuerto ‘Gustavo Rojas Pinilla’, en honor al General quien era presidente de la República de Colombia.
Hoy, en el archipiélago vemos como prevalece la sobrepoblación con todas sus consecuencias como: prostitución infantil, tráfico y consumo de drogas; un visible deterioro ambiental y las construcciones de grandes edificaciones y de viviendas subnormales por igual: sin planificación.
Este es el vil ejemplo de que nosotros ya vivimos una ‘economía naranja’. Ahora estamos vendiendo al mundo el poco exprimido que nos queda de nuestra cultura para seguir convirtiendo a nuestras islas en unas urbes caóticas en medio del Caribe. Al mejor estilo de Sodoma y Gomorra.