Ante la proximidad de la temporada anual de huracanes en el área del Caribe, contactamos a ‘Hurricane Products’, empresa que se estableció en San Andrés desde 2010 para trabajar en la protección contra estos fenómenos en edificaciones y viviendas mediante cerramientos en aluminio. EL ISLEÑO dialogó con Camilo Sánchez Rocha, gerente de la compañia, a poco de iniciarse el período de alto riesgo 2018.
Los materiales utilizados por Hurricane Products son importados desde los EE.UU. ceñidos a una ficha técnica y que cumplen con las exigencias internacionales del Florida Building Code; además de ser testeados periódicamente por otra empresa independiente, bajo ciertos parámetros que se revisan cada dos años.
Dichos productos pensados para mitigar los efectos de fenómenos naturales en el Caribe, han sido probados en varias islas como Cancún, Islas Caimán y Puerto Rico; también en la Costa Este norteamericana.
Igualmente y a través de registros fotográficos, estos elementos fueron puestos a prueba el año pasado durante el paso de varias tormentas por las islas Saint Martin y Puerto Rico, “demostrando que la mitigación hizo lo suyo conservando la integridad física de los edificios”, comentó Sánchez Rocha.
Cubriendo necesidades
La idea de consolidar la empresa en el Departamento, nació cuando su propietario observó desde Norteamérica, los estragos del huracán Beta sobre de Providencia; así vio como la oportunidad de traer ese sistema de cerramiento y contribuir a unas islas más seguras.
“Desde que llegamos a San Andrés, nuestra misión ha sido aplicar los conocimientos adquiridos en el Estado de La Florida, donde se realizó la misma actividad por 13 años. El Departamento carecía de una empresa que ofreciera este tipo de alternativa al ver como el paso de Beta había afectado a Providencia y la necesidad de prevención en San Andrés.
Estos productos son diseñados en aluminio, manufacturados e instalados bajo norma internacional, para proteger ante la ruptura de los vidrios y por ende, de la inundación y destrucción de las edificaciones.
Ya son varias las entidades que le han apostado a la seguridad de sus bienes muebles e inmuebles en la isla, tales como la sede de la Universidad Nacional y la parroquia San Francisco de Asís (Padre Marcelino Hugdson), entre otras, además de numerosas propiedades comerciales y particulares.
La mitigación es un tema serio
A partir de la creación de la Ley 1523 de 2012, “Por la cual se adopta la Política Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, se establece el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y se dictan otras disposiciones”, se le dio un enfoque distinto al manejo de las emergencias, orientadas hacia la mitigación y la prevención y no a la atención de la calamidad o del desastre.
“Bajo los principios de autoconservación, la mitigación facilita el proceso de recuperación ante una eventualidad pues, al estar preparados las acciones son más ágiles”, manifestó el empresario.
Adicionalmente, explicó que el tema de la mitigación “no es tan sencillo como poner una ‘equis’ con cinta en los vidrios o un pedazo de-triplex en las ventanas; eso sería como decir que se use una cabuya como cinturón de seguridad”.
Así mismo, Sánchez Rocha destacó que el gobierno viene desarrollando ciertas acciones preventivas, de cara a la próxima temporada ciclónica que comienza en junio.
Su empresa presta asesoría técnica tanto al sector público como el privado, y por esta época avanzan los preparativos para enfrentar los efectos de posibles tormentas tropicales en el Archipiélago, como la instalación de contraventanas para la protección de enseres y documentos o la adecuación de refugios.
Comenta también que algunos negocios pequeños en la isla han instalado este sistema, a modo de prevención contra hechos vandálicos, pero asegura que falta todavía más conciencia en torno a la prevención.
“Este tipo de inversiones pueden verse como muy cuantiosas en su momento; pero está comprobado que por cada peso invertido en mitigación, habría que gastar hasta doce o trece en reconstrucción si uno no se anticipa”, aseveró.
Aprender de otros desastres
Sánchez Rocha puso como ejemplo a las Islas Caimán –de bastantes nexos familiares con San Andrés– “quienes celebraban cuando pasaba un huracán y no les pasaba nada pero que tuvieron que aprender ‘a las malas’ porque en 2004 el huracán Iván causó bastantes estragos. A partir de ese momento adoptaron normas y técnicas de construcción en serio”.
Para el empresario, es necesario pasar del dicho al hecho en materia de prevención; “necesitamos que las propuestas y los simulacros sean realmente adoptados y asimilados para estar ciertamente preparados. Doy fe que varias instituciones hoy se encuentran desarrollando planes, pero hay que ponerlos a andar e involucrarnos a todos”, manifestó.
Recomendaciones finales
-Las islas necesitan continuidad en los programas que se adelantan en prevención y atención de desastres, porque son pocas las instituciones que se protegen con anticipación a la temporada propiamente dicha.
-Es de aplaudir la respuesta de la ciudadanía el año pasado, frente al llamado que hizo del gobierno por la cercanía de la tormenta tropical Otto: la gente en su mayoría se quedó en sus casas y estuvieron atentas a las recomendaciones de la gobernación.
-Hay que mantener esa misma postura en casos similares y estar más ‘educados’ y alertas frente a lo que se debe hacer en ese tipo de circunstancias. Más que saber, es acatar lo que indican las autoridades, porque en ocasiones algunas personas hacen caso omiso a las recomendaciones o no quieren abandonar sus pertenencias.
“Nuestra empresa, Hurricane Products, continuará poniendo a disposición de todos, sus conocimientos y la experiencia que le caracteriza, para hacer de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, unas islas más seguras y menos vulnerables a los huracanes y las tormentas”, concluyó Sánchez Rocha.