La literalidad con la que el gobierno actual está tomando las necesidades en salud de San Andrés es escandalosa. Se le pide un cambio en el escenario (ante el desabastecimiento de medicamentos, insumos y pagos a terceros) y efectivamente hace un cambio: empeora la situación.
La promesa de un Bienestar todopoderoso, parece atada únicamente al nombre de una persona, y ante la suspensión disciplinaria queda en ascuas, pensaría uno que a esos niveles los acuerdos ocurren entre instituciones y no entre ‘amigos’ recomendados.
Pero esa promesa, es solo una arista del problema, lo que de verdad agobia es que vez tras vez se trate de eclipsar la verdad de una situación caótica con el –ya tradicional– “todo está bien”, y la espera rampante a que en el último minuto se tomen medidas
Por otra parte, está el Ministerio de Salud y Desprotección Social, que supone en Colombia las mismas funciones que el Ministerio del Mar de Bolivia, parece dedicado a poner escollos y mantener políticas que puede que funcionen bien entre montañas y carrieles, pero que no toma en cuenta geografía, demografía, y cualquier otra particularidad que a simple vista saltan a los ojos cuando se vive en una isla.
Somos una isla, una porción de tierra rodeada por agua por todas partes, es un concepto tan sencillo que no debía tomar 200 años para que la centralizada política nacional lo entendiera.
Así estamos, con ellos descubriendo que hay normas de circulación y residencia que no permiten ingresar a diestra y siniestra personal que se puede suplir con el residente; con contratos que tienen atados en otras latitudes, con amarres injustos, y a la espera de un salvador –al menos transitorio– que le dé algo de calma a este caos.
Lo cierto es que ayer, 30 de abril de 2018, a las 5:30 pm el operador actual, que al fin entrega el sistema público de salud, no encontraba a nadie a quien entregar y amenazaba con iniciar el éxodo masivo de enfermos sanandresanos.
Seguramente oiremos otras tantas ruedas de prensa desmintiendo en comunicados lo que se dicen los que antes eran amigos y ahora no lo son tanto.
¿Y mientras tanto que hacemos?: cadenas de oración, donaciones, ataques de ira, lo que sea que un pueblo enfurecido pueda hacer, para llamar la atención de los demás, de alguien, de los incautos turistas a los que se les sigue vendiendo un paraíso donde las manzanas han sido todas consumidas.