La Catedra Archipiélago organizada por la Universidad Nacional sede Caribe con el apoyo del Banco de la República adelantó un coloquio sobre 'Propuestas de manejo para la Reserva de Biosfera Seaflower'. En particular, se plantea el tema del decreto 415 que establece un mecanismo para el ordenamiento ambiental integral del Archipiélago o, más exactamente, de la Unidad Ambiental Costera insular del Caribe, que lo comprende, lo mismo que a la Reserva de Biosfera.
Se llama por ello POMIUAC (Plan de Ordenamiento y ManejoIintegral de la Unidad Ambiental Costera del Caribe insular.
El instrumento, bienintencionado, propone ordenar ambientalmente todo el territorio, incluidas sus partes marinas, lo que representa un avance que refuerza lo ya establecido por la Reserva y en su sistema de Áreas Marinas Protegidas AMP´s.También sería muy interesante si abre un espacio para que se discuta la territorialidad del mar y el debido reconocimiento a las generaciones de navegantes y pescadores isleños que apropiaron y entregaron esos vastos territorios al país, que hoy se los niega.
No obstante, el decreto también suscita dudas pues, para decirlo en sus propios términos, “subsume” a la Reserva de Biosfera, una categoría de reconocimiento internacional respaldada por la UNESCO, bajo una figura administrativa local de menor jerarquía.
Me temo que ello debilita a la Reserva de Biosfera. Podría llevar a conflictos con la UNESCO y a la pérdida del apoyo internacional que recibe. Aunque, para mí, la preocupación mayor proviene de lo que el decreto implica como desconocimiento de lo que son las Reservas de Biosfera y el concepto de sostenibilidad, un serio problema que no es exclusivo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, ya que afecta quizá a todas las autoridades nacionales y locales.
Voy a tratar de exponer que hay detrás de estos conceptos básicos y como inciden en el manejo de la Reserva. Ello implica abordar asuntos algo complejos pues se trata de un tema profundo que cuestiona a las ciencias económicas y replantea nuestra manera de pensar el Planeta. Esto es, ni más ni menos, la vida de todos y cada uno de nosotros.
Según esta, la meta principal de la sociedad y de la economía es lo que hoy llamamos desarrollo, que implicaría poner al alcance de todos los medios y recursos necesarios para satisfacer sus necesidades y aspirar al bienestar y, sí, a la felicidad. Sobre este punto ha habido coincidencia general, aunque hubo grandes diferencias y hasta guerras, sobre cómo lograrlo, entre los capitalistas, que creen en la propiedad privada, y los socialistas, que creen en la propiedad estatal de los medios de producción. Triunfador, el capitalismo ha venido profundizando, a través del modelo neoliberal, su idea de que el desarrollo se logra a través del crecimiento, una idea cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII, aunque solo se materializara más recientemente.
El problema es que ese crecimiento continuo conlleva inevitablemente al abuso de la naturaleza. El aire, el agua y los suelos se contaminan; los recursos se agotan; el mundo entró en crisis ambiental. Solo entonces, por primera vez en siglos, se pusieron en duda nociones consagradas (y sagradas) como progreso, civilización, desarrollo. Se habló de una crisis civilizatoria. Se planteó la necesidad de replantearse el desarrollo, y de buscar no solo alternativas de desarrollo, sino alternativas al desarrollo. El pensamiento ambiental resultó verdaderamente subversivo, en el sentido de que cambio la versión que teníamos del mundo, pero que se ha venido entendiendo en la medida que la crisis ambiental avanza y sigue avanzando, a pesar de la conciencia creciente.
Esa conciencia se ha construido en gran medida alrededor del concepto de sostenibilidad, que explica y propone la necesidad ineludible de alcanzar un equilibrio entre la sociedad y el resto de la naturaleza. Un concepto que niega que el crecimiento conduzca al desarrollo, y niega quelo que hoy llamamos desarrollo lo sea en verdad. Y que por ello plantea cambios fundamentales en nuestra organización social y económica si queremos mantener condiciones básicas de bienestar y no arriesgarnos a la Humanidad a perecer en un apocalipsis ambiental. Plantea, por ejemplo, la necesidad de que tenemos que detener el crecimiento sin detener el progreso, algo que no cabe en la cabeza de economistas y políticos tradicionales, aunque sea evidente que un crecimiento indefinido es imposible, es insostenible.
Sostenibilidad es el nuevo nombre de unverdadero desarrollo que se basa en una mejor organización de la sociedad y en un pacto con la naturaleza, para poner al alcance de todos los medios y recursos necesarios para satisfacer sus necesidades y poder aspirar al bienestar y a la felicidad.
Las Reservas de Biosfera fueron propuestas unos años antes que el concepto actual de sostenibilidad, al cual ayudaron a dar forma, pues ya planteaban la necesidad de una convivencia armónica entre la sociedad y la naturaleza, y de hecho se propusieron reconocer, apoyar y promover ejemplos internacionales de esa convivencia, que sirvieran como modelos y demostraciones palpables de que la armonía es posible. Y establecieron ciertas pautas de manejo para que dichos ejemplos persistieran y mejoraran con el tiempo, y pudieran ser imitados por otros.
(Espere este domingo 10 de septiembre la segunda parte de este informe)