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elisleño.com - El diario de San Andrés y Providencia.

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¿Paña, o raizal?

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CRISTINA.BENDEKSoy sanandresana, hija de continentales, y soy raizal, paña, y árabe. Creole, costeña, latina. Por mis venas fluye la migración. ¿Importa? Mi abuela es isleña, mi tatarabuelo es jamaiquino, un par de generaciones más atrás, llegaron mis padres y mis madres de Irlanda, y otro puñado de algún lugar de África.

Tengo bisabuelos que huyeron de Palestina, en una diáspora horrible y sangrienta. A todos nos recibió el Caribe.

¿Y a quién le importa? Hemos viajado desde siempre. Me atrevo a hablar en primera persona, porque veo que los logros raizales han tocado las fibras del sistema socioeconómico, y existe la voluntad de levantarse en un discurso identitario de reacción. En concreto, pienso que ese discurso identitario que circula no debe ser utilizado para favorecer intereses económicos de pocos. Ni paña ni raizal, isleños. Los entiendo a todos, ¿de quién es la isla pues?

La isla es de todos los que aman a la isla, he escuchado. Yo pienso que más bien deberíamos preguntarnos, ¿qué es San Andrés? ¿Alguien la conoce? Un profesor me enseñó temprano que para amar hay que conocer. Esta isla ha acogido a todo el que viene a entregarse a ella, a sus seducciones creoles, a sus sabores, a sus raíces africanas, a su amalgama étnica, a su ya descubierta esencia cultural, que sigue, como todo en este Universo, en cambio constante.

No se trata de amar lo que la isla ha permitido, ni la comodidad propia. Se trata de amar también las necesidades, de amar las consecuencias, de pagar con gusto el precio que conlleva el beneficio. Podría, no sin ganarme malas vibras, citar muchos casos en los que la DESTRUCCIÓN del patrimonio natural que nos pertenece a todos, ha nutrido las cuentas bancarias de pocos. ¿Quién debe asumir los costos de la avaricia? ¿Merecen unos más que otros?

Los raizales llegamos de algún otro lado, también, pero en un momento en el que era posible y necesario relacionarse en armonía con el entorno, con el Archipiélago completo, con el territorio y con el maritorio, con los ciclos de sus habitantes animales, con las corrientes y mareas, y desarrollamos un lenguaje para relacionarnos también entre nosotros. Quienes desembarcaron desde el capitalismo, nunca aprendieron nada de eso, aunque esa sea la única sabiduría por estos lados que es verdaderamente sostenible.

Cada quien tiene su drama. La migración colombiana, favorecida sí por el Estado en una estrategia nada original, que data de una orden del virreinato a la gobernación de Cartagena en 1792, también tiene su drama. Es muy difícil sacar lo mejor de la naturaleza propia donde todos te odian, y ni siquiera la educación ha tenido la respuesta, porque los currículos educativos siguen borrando la verdadera historia.

Me gusta pincharles los globos a los soñadores. Aunque es necesario cumplir la ley, detrás de los expulsados vendrán otros migrantes, y los isleños ya somos demasiados para la corrupción de la isla, que la ha dejado sin infraestructura. Si la gente migra desde India y Tailandia hasta Estados Unidos aún hoy en día, atravesando océanos, vendiendo riñones por la promesa de un futuro mejor, aquí no van a dejar de llegar personas de una costa a 500 kilómetros de distancia.

Me salgo del rollo identitario, y me meto en la formulación de política pública, para después entrar a cuestionar los mismísimos cimientos filosóficos de la sociedad que aquí también, como en el resto del mundo occidentalizado, reproducimos. Para corregir un problema público, hay que llegar al fondo de las conductas humanas que lo motivan.

Veo que los continentales caemos en la reacción contra un pueblo que a punta de resistencia ha conquistado algo que merece: reconocimiento, memoria, reivindicación, autonomía.

Es cierto que el discurso raizal debe ser más comprensivo, pero no debe ser enfrentado cuestionando la legitimidad de sus motivaciones, ni siquiera debe ser enfrentado, sino acogido y comprendido.Por ahora nadie más ha tenido las herramientas y la voluntad para resistir a las amenazas de fondo: el agotamiento de los recursos, y el problema del petróleo.

Hay que atreverse a cooperar para buscar modelos socioeconómicos que motiven la distribución de la riqueza y las oportunidades, al saneamiento de la corrupción, que es el origen invisible de la presión y el estrés que sufren pañas, raizales, turcs y champes por igual. Cualquier otra forma de abordar este problema, que no es de identidad, es una pérdida de tiempo. Me atrevo a afirmar categóricamente que no existe otra solución ni en el mediano ni en el largo plazo, que la mediación y el sacrificio. Es momento de señalamientos, pero ante el espejo.

De todas formas, soy consciente del Mundo en el que vivo, y concluyo con tranquilidad que sólo una catástrofe que reparta males en todos los niveles y a todos los colores, puede abonar el terreno para sembrar de nuevo. La Historia oficial tiene varias guerras como ejemplo, varios desastres naturales, varias persecuciones, inquisiciones… Los egos y la corrupción del liderazgo local no caben ni en el espacio aéreo de este Archipiélago, y el ser humano es el único animal que aprende solo a los trancazos. Quisiera estar equivocada.4Peaceout

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