Parecerá traído de los cabellos, pero San Andrés me hace pensar en Betty, la fea, o viceversa. Como la gran mayoría sabe, Betty era una hermosa muchacha que, sin saberlo, ocultaba su belleza bajo una serie de cosas horribles: peinados espantosos, gafas enormes y feas, frenillos innecesarios, un caminar desgarbado, voz y risa destempladas.
San Andrés, cuya belleza es más difícil de ocultar, se las ha ingeniado, de todas maneras, para llenarse de edificios horrendos, fachadas descuidadas, barrios desordenados, lotes abandonados, antejardines caóticos, playas atestadas, calles congestionadas, comercios precarios, ruido, carros, motos, que a duras penas permiten verla.
Pero además San Andrés inventó un recurso que Betty nunca utilizó. Betty era muy limpia y ordenada. De allí su éxito final cuando alguien con buen ojo, y mejor corazón, descubre el tesoro oculto tras la fachada atroz.
No; San Andrés parece haberse ingeniado algo verdaderamente terrible: el basurero más increíble, el desorden más tenaz, la incultura más rampante. Bajo la capa de mugre, basuras, desorden y mala educación que la cubren, al ojo más habilidoso le cuesta descubrir la belleza subyacente.
Cabría aquí recordar otra gran historia, muy exitosa en su tiempo: “Mi bella dama”. Audrey Hepburn, una de las actrices más hermosas de la historia, interpreta allí a un personaje que se oculta bajo una gran capa de mugre y mala educación hasta que el profesor Doolittle resuelve rescatarla, con el no muy noble propósito de demostrar que es capaz convertirla en una “bella dama”, como en efecto lo logra tras una limpieza a fondo y un largo proceso educativo.
Pero San Andrés no ha tenido tanta suerte. Confundidos por la fealdad superpuesta, por el desorden y las basuras, que han creído fealdad natural, nuestros líderes proponen una serie de cirugías plásticas que más que corregir amenaza profundizar la fealdad. Como si a Betty, en vez de quitarle gafas y frenillos, para ver sus hermosos ojos, nariz y dentadura, un cirujano plástico le hubiera respingado la bella nariz, operado los hermosos ojos y hecho una prótesis dental artificial.
Aquí quieren hacerle marinas riesgosísimas, túneles innecesarios, aeropuertos desmedidos, como ya le hicieron en el pasado paseos peatonales mal diseñados, que han erosionado las playas, y los edificios, fachadas y comercios precarios ya mencionados; el precario gallinero que se le hizo a la gallina de los huevos de oro para mal explotarla a discreción.
¿Por qué buscamos atraer visitantes con infraestructuras construidas de discutible utilidad, mientras descuidamos la prodigiosa infraestructura de arrecifes y bosques que Mother Nature nos dio? ¿Por qué no atraer con una hermosa arquitectura tradicional, recuperada de su actual decadencia?
¿Con elementos culturales significativos de la cultura Caribe angloparlante, única en el país, con la gastronomía, con música, no solo la tradicional sino también la de los magníficos músicos recientes?
¿Con la recuperación de tradiciones como los Fair and Dance, o la creación de nuevas, como los rondones del pensamiento?
Es hora de poner en marcha una verdadera acción de fondo para limpiar a San Andrés y crear condiciones de educación y cultura para que continúe limpia e inicie el tránsito al orden y la sostenibilidad.
Es necesario pensar, por ejemplo, en una verdadera gran campaña de aseo y educación. Si se pueden invertir $66.000.000 .000 en ampliar un aeropuerto que solo funciona 5 horas al día, ¿por qué no podemos gastar la mitad de eso en una gran campaña de aseo y educación?
¿Por qué solo hay plata para grandes proyectos de infraestructura (o cirugía plástica) y nunca para un gran proyecto de recuperación de la belleza original?
¿Por qué no se puede impulsar una gran acción gubernamental, social, cívico militar (armada, policía, ejercito), empresarial, comercial, de las aerolíneas y empresas turísticas, para hacer algo a fondo?
¿Por qué no invitar voluntarios de todo el país? ¿Recabar fondos nacionales e internacionales para tal fin?
¿No sería pertinente que los enormes recursos captados con la tarjeta de turismo aparezcan de una vez, estén donde estén, y financien esta acción fundamental?
¿Es impensable que la gente limpie el frente de sus casas, mientras un contingente enorme de voluntarios, funcionarios, militares, policías, somete a una limpieza intensa a esta San Andrés, la fea, redescubre su belleza, restaura su identidad, recupera su cultura?
Antes de ´continuar sometiendo a San Andrés a cirugías plásticas deformantes, es necesario recuperar su belleza original, redescubrir el tesoro oculto bajo la basura, el desorden y la mala educación.
Dejemos a San Andrés tan limpia que hasta al más descuidado les que andan arrojando basura por todas partes sienta un mínimo de vergüenza antes de arrojar otra lata, otra bolsa, otra colilla. Solo un proceso de educación colectiva, basada en el ejemplo, puede cambiar esta condición desastrosa.
No me digan que esto es imposible.