Recuerdo haber escrito hace un tiempo yo soy y por este mismo medio haberlo compartido con ustedes. Ha pasado bastante desde ese momento y hoy he vuelto a pensar en lo que escribí en aquel entonces. Fue un intento por definir mi identidad en circunstancias en las que parecía muy importante saber quién era; resultaba una cuestión vital en aquel entonces.
Aun cuando ni siquiera estaba segura de lo que significaba realmente definir la identidad propia, y no es que unos años después eso esté precisamente claro, me atrevería a decir que más bien lo opuesto. Sin embargo, aquí estoy nuevamente divagando un poco alrededor de esa palabra y por qué resulta tan recurrente para mí.
Pues bien, para cuando escribí yo soy, se suponía que era algo como, “defino mi identidad y luego existo”, pasaba que se me reveló el desastre en el que hemos estado viviendo por años y junto a él, lo que parecía parte de la solución; saber quién soy, mis raíces, diferenciarme y a partir de allí generar ‘un cambio’, ‘mi granito de arena’, como dicen. Y a nivel personal, creo que me ayudó un poco a entender nuestra realidad o por lo menos a mirarla desde otra perspectiva.
Sin embargo, lo que parecía la medicina al principio, comenzó a molestarme luego. No porque fuera mala per sé, sino por lo que el tema comenzaba a revelar de esa misma realidad. Resulta que, desde mi punto de vista, esto de la identidad se volvió toda una barrera entre nosotros, si no eres “x” cosa, no puedes querer “el bien” o querer lo mismo que los “z”, si te defines como “y” estás en contra de las anteriores, y así sucesivamente hasta que la verdadera cuestión se perdió de vista hace mucho.
Y se nos olvidó que sin importar quién eres, como te haces llamar, en que crees o cuál es tu ascendencia, son nuestras acciones las que nos definen en la mayoría de los casos; entonces no es menos grave el pecado porque lo cometió “x” y no “y” o “z”.
Muchos nos fuimos preocupando más por la pureza de nuestra identidad, como si eso pudiera evitarnos la pena del desastre, como si eso fuera el tiquete VIP en el avión de la salvación. Hace poco escuchaba a un cantautor al que he seguido desde la universidad, Jorge Drexler, esta vez no cantaba, tan solo hablaba un poco de música, poesía e identidad y dijo algo que supongo fue el detonante de mis palabras en esta ocasión.
Decía “…Las décimas, la milonga, las canciones, las personas cuanto más uno se acerca a ellas más compleja es su identidad, mas llena de matices, de detalles. Entendí que la identidad es infinitamente densa, como una serie infinita de números reales que aunque uno se acerque mucho y la amplíe no se acaba nunca…” agregaba también que si bien era sumamente importante darse a la tarea de saber nuestra historia; no lo es más ni menos que entender que no somos de un solo sitio del todo y somos un poco de todos lados.
Quizá esto último, no tenga mucho que ver con nosotros, lo que me llama la atención, es que con sus palabras responde un poco mis propias dudas y cuestionamientos. Y lo que soy quizá no se limite a una sola cosa, tal vez mis raíces son más largas de lo que creo y me falta mucho por entender. Aunque esa es una tarea personal.
Nuevamente, lo importante es que mientras nos hemos enfocado en definirnos como una cosa o la otra, cuando metimos la cabeza en la tierra para escarbar entre nuestras raíces buscando justificarnos y diferenciarnos, no vimos que la isla se nos estaba viniendo abajo.
Todo lo que ha sucedido, lo que nos sigue sucediendo y lo que nos sucederá es el resultado de la combinación de muchas causas, consecuencias que se volvieron la causa de otros problemas; una enredadera difícil de desenmarañar. Y no son estas palabras una forma de hacer recaer la culpa de lo que nos sucede sobre una sola cuestión como lo es la identidad.
Tan solo que desde donde me he sentado a observar, nos ha ocupado mucho tiempo entender algo que, como diría Drexler, es infinitamente denso y se nos olvidó que la educación, la salud, tener un trabajo digno y hacerlo bien, tener agua potable, calles dignas, parques, los residuos sólidos, nuestra seguridad y tranquilidad, un medio ambiente sano, entre otros temas, son cuestiones que nos permean a todos, a “x”, a “y” y a “z”.
Hablar de identidad es y será necesario, pero también lo es encontrar los puntos en común y las salidas. Tal vez, estoy siendo demasiado simplista, demasiado optimista para una realidad tan cruda como la nuestra ¿usted qué cree?