Además del problema de las basuras, o residuos sólidos, como se las llama eufemísticamente ahora, las islas tienen un serio problema con las 'basuritas'...
Aquellas están conformadas por materiales de un tamaño perceptible y son de relativamente fácil recolección; además tienen un sistema para hacerlo que está enfocado principalmente en ellas y que logra cierto éxito, cuando se aplica con juicio.
No obstante, son un desagradable espectáculo omnipresente: las bolsas y envases plásticos y de cartón, además de las latas de cerveza y gaseosa, cuando no los desechos domésticos sacados a deshora y desparramados por los perros, conforman gran parte de ellas.
Un aspecto complicado de las basuras es que con frecuencia están depositadas en predios privados, aunque a la vista de todos, y al parecer tales predios no pueden ser limpiados con recursos públicos o no es posible acceder a ellos sin orden judicial.
Eso al parecer explica que en estos días vi una gran cantidad de bolsas de basura rellenas en su mayoría con hojarasca recogida al pie del andén, mientras del andén hacia adentro había todo género de latas, botellas, empaques y bolsas, entre otras cosas que convertían el paseo por la calle en algo muy poco placentero.
Hay que buscar una solución para esta situación, que debería empezar por educación y convicción, pero sin dudar en acudir a las multas. Los frentes de las casas y negocios, lo mismo que los patios, deben permanecer limpios. Es cuestión de salud y de civismo.
Las basuritas están conformadas por innumerables pequeños fragmentos de todo lo imaginable: tapas plásticas y metálicas, empaques de confites y alimentos, pitillos, fragmentos de servilletas, botellas y bolsas plásticas, latas de cerveza, filtros y colillas de cigarrillos (en cantidades ingentes), pendejaditas y carajaditas casi irrecogibles que abundan, sobre todo, en la arena de las playas.
Ya en estas páginas una colega sugirió la conveniencia de que cada uno de nosotros se hiciera cargo de una parte de las basuras y, sobre todo, de las basuritas. Sugería que cada vez que fuéramos a la playa recogiéramos algo y lo depositáramos en un lugar adecuado, en caso de encontrarlo, o si no llevarlo para la casa.
La sugerencia es completamente pertinente, y ameritaría una campaña educativa continua y de largo alcance para que recoger se vuelva una costumbre; solo una participación masiva puede lograr un resultado significativo en este caso.
Basuras y basuritas están necesitando medidas de control urgentes, pues están teniendo un impacto muy desfavorable sobre la salud pública y sobre la imagen de las islas. Lo malo es que son muy pocos los que recogen, contra un número incalculable de botadores de basuras y basuritas. Lo que sugiere que sin una participación amplia de la sociedad el problema va a ser difícilmente controlable.
Una idea muy buena, tanto para la basura como para las basuritas, fue el concurso promovido por la Alcaldía de Providencia para elegir el barrio más bonito y arreglado de las islas, durante la Navidad. Durante muchos días la gente se esmeró en cuidar su barrio, pintar las casas, hacer murales en algunas paredes y, sobre todo, recoger la basura. El efecto fue notable pero pasajero, por lo cual sería de desear que campañas similares se volvieran permanentes.
Algo que podría ayudar sería hacer un gran esfuerzo inicial de limpieza, invirtiendo en ello lo necesario para cambiarle la cara a las islas. Luego quizá sería posible, mediante intensas campañas educativas, convencer a la gente de mantener las cosas así o, eventualmente, crear mecanismos coercitivos (multas y sanciones no solo económicas sino morales) para que se haga un manejo adecuado de las basuras.
La limpieza tiene que convertirse en una costumbre, pero para ello se requiere insistencia y persistencia en las acciones.
Las islas son tan hermosas que merecen un mejor trato por parte de sus habitantes y visitantes.